Me encontré con la noticia en varios medios de comunicación locales. Todos coincidían en lo mismo, María Llanos, miembro de la Fundación Esfera, había ganado su segundo premio de pintura. El caso es que ninguno contaba nada más, ni por qué razón pinta, ni qué proyecto tiene. Así que, me decidí a buscarla, quería conocerla. Alguien tenía que contar su historia.
He de decir que aquella tarde estaba un poco nerviosa. Nunca había estado en una residencia y tampoco sabía cómo de fluida sería nuestra conversación. La Fundación Esfera tiene una infraestructura muy moderna en la Avenida de los Pinos nº 16, pero yo solo la había visto por fuera. Jesús, el responsable de comunicación, me recibió a la llegada y me llevó a la residencia. La música tecno me sorprendió así como el olor a tienda de Zara en el que reparé mientras esperaba a María. Voces y más voces, alboroto, jolgorio. Allí se lo estaban pasando muy bien. ¿Será así cada tarde? Pensé. Llegó María, dos besos, risas, muchas risas.
María por la mañana había estado en su taller de equinoterapia. Adora a los caballos, los peina, los acaricia y ya es capaz de montar. También va a natación y a bailar con Victoria en sus clases del taller de danza. Pero su taller favorito, sin duda, es el de pintura, con su educador Paco. Antes de hacer un cuadro María piensa, después dibuja con lápiz y finalmente lo pinta con pinceles y distintos tipos de pintura. Como buena artista, pinta lo que le nace a ella y no copia a nadie. Además, me confiesa que su mejor amiga es escritora. Se llama Marisa y vive también en la residencia de Esfera. Vaya, vaya, las artistas se unen dentro de la resi. Y fuera también, porque los fines de semana tanto María como los demás chicos y chicas de Esfera salen por ahí a hacer ocio. A ella le encanta ir a merendar, al parque de atracciones, al cine y a conciertos.
Sobre sus planes, María lo tiene claro. Ella va a seguir pintando cuadros grandes como le gustan a ella. Y va a seguir presentándose a concursos porque pintar es algo alegre. Pero para alegría la de su hermana Rosa que es su mayor fan, así como la de su prima Ana. Su familia ya sabe que María va a seguir el camino del arte. De momento, ya ha recibido el primer premio del Concurso internacional de Pintura Down por su cuadro Pastos en 2018 de manos de Vicente del Bosque así como en 2019 el primer premio del III Concurso de pintura Down de la Comunidad de Madrid por su obra Color en tiras que se expuso en Casa de Vacas a finales del año pasado. Yo he tenido la suerte de que María me enseñara otra de sus obras la que tiene en su apartamento, en la residencia de Esfera. Allí vive de la manera más autónoma que puede junto con otras ocho compañeras y con la ayuda de seis cuidadores tan simpáticos como Mario. Allí está su otro cuadro, una obra extrañamente familiar y bonita. Unos bloques de edificios que se erigen presumiblemente en una gran ciudad con su firma artística, Llanos.
Me despido de María con un abrazo de esos que sólo las personas con síndrome de Down saben dar. Y sus brazos abrazan entonces todas mis discapacidades. Pienso, mientras me alejo, que María tiene mi misma edad. Pienso, también, que yo no sé dibujar y creo firmemente que esta mujer tiene mucho arte. Siento que en la Fundación Esfera vive utilizando todas sus capacidades al máximo y de una manera muy feliz. Habrá más que contar sobre ella, seguro.
