Mari Jose está encantada con la exposición de pintura que está preparando de sus alumnos más jóvenes, como ya hizo con los mayores en “Arte Simbiótico”. Se inaugura el 5 de abril en el restaurante Ohlalá.
A Mari Jose, que es la profesora de pintura y directora de la academia Arte Sano de Leganés situada en la Plaza de las Flores nº 11, le habría gustado haber tenido esa oportunidad de exponer siendo niña. Pero en aquella época y en su localidad natal, Piedrabuena, en Ciudad Real, no era sencillo dedicarse a la pintura y más siendo mujer. Y aunque Mari Jose sentía la pintura como su pasión desde pequeña, su familia lo veían como ocio y querían que continuase con el negocio familiar de venta de muebles. Ellos, como tantos otros padres de la época, pensaban que una mujer no podría ganarse la vida pintando, enseñando a pintar o llevando una academia como hoy gestiona ella sola.
Sin embargo, el arte tuvo más peso que la tradición familiar y finalmente la madre de Mari Jose accedió a que la joven estudiara un curso de arte por correspondencia desde el pueblo. Cartas que iban y venían llevando dibujos, correcciones y la ilusión de Mari Jose envuelta en sobres de papel. A ella le supo a poco, así que, con tesón y perseverancia, convenció a su familia para estudiar 5 años de Artes y oficios en ciudad Real. Una vez acabada la carrera hizo sus pinitos en su pueblo natal y empezó a cobrar por trabajos artístico como cuadros y retratos. Poco a poco, su familia cayó en la cuenta de que la felicidad de su hija estaba en el dibujo y empezaron a comprender y a apoyar sus decisiones. Mari Jose siguió formándose hasta que tuvo a sus hijos y se vino a vivir a Leganés. Entonces hubo un parón por maternidad en su carrera artística. Unos años en lo que abundaban en su casa más los pañales que los pinceles.
Pero como siempre, el arte volvió a encontrar su camino entre los demás quehaceres de la vida. Y la pulsión artística de Mari Jose la llevó a encontrar el espacio Arte Sano, una academia de pintura en la calle del Cid donde una pintora japonesa, llamada Michiko, impartía clase de dibujo.
De Michiko, Mari Jose aprendió el respeto por los tiempos en el aprendizaje de cada alumno, así como la importancia de respetar la expresión del propio ser a través de la pintura. Compartieron tiempo, aprendieron mutuamente y se hicieron amigas. Pero, con el tiempo Michiko se jubiló y dejó la academia en manos de Mari Jose que desde hace tres años ha trasladado su sede a la Plaza de las Flores n 11. Allí tiene alumnos de todas las edades y ve florecer la pasión por la pintura en grandes y pequeños. Además, imparte talleres artísticos para la comunidad de Madrid, uno en Vallecas y otro en Leganés para mayores a los que el arte les sirve como vía de expresión y como herramienta terapéutica tras la pandemia.
Hoy los peques están que no caben en sí de alegría. Sus cuadros están enmarcados. Su esfuerzo es importante y es digno de admiración.
Por el restaurante Ohlalá pasarán muchas personas que de no ser por Mari Jose y Eva la dueña del local nunca habrían visto estas primeras producciones de pequeños artistas que a través de este tipo de actividades serán capaces de confiar más en sí mismos y en sus producciones en el futuro. Ya le hubiera gustado a Mari Jose que esto le hubiera pasado de pequeña, ya.
Pero el arte es más fuerte que todo y si es tu pasión, como la de Mari Jose, se abrirá camino entre todo lo demás. De momento, nosotros nos quedamos disfrutando del arte de los alumnos de Arte sano y agradeciéndole a su profesora iniciativas tan valiosas como esta.
