Mari Carmen Estévez y la asociación Beatriz Cienfuegos.
Escribo sobre mujeres y no es 8 de Marzo. Así debe ser. Los grandes medios reconocen ya en público que entrevistan a menos mujeres que a hombres. Y yo añado que, cuando las entrevistan, la conversación gira en torno a temas tremendamente sesgados. Ocio en Leganés no es un gran medio pero sí que nos gusta hablar de grandes mujeres. Esta vez de Mari Carmen Estévez, ejemplo del activismo social y cultural en Leganés.
Su vida pudo haber sido como la de tantas otras mujeres que nunca habían visto el mar y llegaron a Leganés a vivir en los años 70. Casada y con dos hijos, un buen día decidió “dejar la loza sin fregar” y engancharse al movimiento reivindicativo de las mujeres de nuestra ciudad. Por aquel entonces, todo estaba aun por hacer. La chispa que iniciaba una protesta se encendía en un APA, en un rellano, al salir de comprar el pan. Las mujeres se llegaron a organizar para cortar las calles cuando muchas aun estaban sin asfaltar. De esta forma, pedían escuelas infantiles, se manifestaban para conseguir mejor atención sanitaria o creaban colectivos para difundir la cultura entre las mujeres. En aquella época, la sororidad no era una palabra de moda, era la única forma posible de vida. Las mujeres sobrevivían gracias a que sus vecinas dejaban la puerta de sus casas abierta a las demás. Unas veces para cuidar de los hijos ajenos y otras para compartir los recursos que tenían.
Mari Carmen Estévez estuvo allí, vivió la lucha en primera persona y no dejó de cultivarse a sí misma. Desde muy pequeña leía todo lo que caía en sus manos. Aunque en su fuero interno sabe que le hubiera encantado estudiar medicina. Como tantas otras mujeres, renunció. Y la renuncia no se debe a nadie, y menos a su familia. Su esposo siempre la animó. La renuncia viene marcada en el ADN femenino de tal forma que se expande por nuestras rendijas hasta dejarnos sin nada. Renunció a la medicina pero no al activismo social y cultural.
Para Mari Carmen, otro punto de inflexión en su vida fue conocer a Anita Martínez de forma casual. Comieron juntas en un evento para mujeres y ella quedó tan impactada por la personalidad y vivencias de la ex secretaria de Pasionaria, que decidió afiliarse a la asociación Beatriz Cienfuegos a la que Anita pertenecía. Mari Carmen aprendió mucho de ella, se involucró pronto en la Asociación que terminó presidiendo. Esta entidad ha dado vida, esperanza y posibilidades de socialización a muchísimas mujeres. En la Asociación que lleva el nombre de la primera mujer periodista de España, se les ofrecía ocio, cultura y formación. La labor de esta entidad ha tenido un impacto muy positivo en la vida de muchas mujeres a través de las charlas divulgativas, excursiones, proyectos de formación, jornadas gastronómicas, encuentros y talleres literarios… De lo que más orgullosa se siente Mari Carmen es de la puesta en escena de múltiples obras propias y ajenas, a través de la lectura dramatizada. Siempre con las compañeras de la Asociación. El ocio y el voluntariado bien entendido pueden ser revolucionarios.
Hoy que la Asociación que preside se está planteando cerrar sus puertas con la tarea cumplida de formar y empoderar a muchas mujeres de su generación, Mari Carmen sigue en activo. Es monitora de teatro en la Casa Cultural de Castilla La Mancha. También pertenece al Colectivo literario Miguel Hernández. Mari Carmen es escritora y tiene en su haber una docena de premios de escritura teatral y otros tantos de poesía. Sorprendentemente, ha publicado pocos textos. Tiene editados dos poemas en poemarios colectivos. Uno, en Homenaje a las Victimas del 11M y otro, en Homenaje a la figura de Miguel Hernández, desde el Café Gijón. También, y editado por la Concejalía de Mujer de nuestro ayuntamiento tiene dos cuentos, ganadores de un segundo y primer premio del concurso “La mujer no es un cuento”.
Pero yo creo que ha llegado el momento en el que Mari Carmen debe plantearse en serio publicar ese proyecto en común que tenía con el hombre feminista que supo acompañarla en su vida. Cuando lo publique, lo hará por ella misma, pero recordará también al hombre que entendió la felicidad de las mujeres que nunca habían visto el mar hasta que Mari Carmen y otras pioneras del activismo les pusieron el mar enfrente.
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