María de la Vega es una escritora leganense que lleva ya siete libros publicados. Nacida en Madrid, llegó a Leganés hace cuarenta y cinco años desde el barrio de Ventas. De aquella joven, conserva un halo de timidez y una exquisita educación, la que recibió de su familia trabajadora y comprometida.
María escribe desde niña, pero fue a los dieciséis años cuando escuchó la llamada de lo social. El detonante fue un poema de Neruda que su hermano le recitó en pleno debate de ideas sobre la finalidad del arte. “¿Preguntaréis por qué su poesía no nos habla del sueño, de las hojas y de los grandes volcanes de su país natal? Venid a ver la sangre por las calles…”
Así, María se planteó dejar de escribir acerca de los temas propios de una muchacha adolescente y empezó a ver y a plasmar, como Neruda, el sufrimiento humano. Así que, al establecerse en Leganés, María de la Vega comenzó reivindicando en los años ochenta la creación de escuelas infantiles y también estuvo presente en la creación de las primeras las AMPAS. Además, se manifestó por la dotación de recursos sanitarios gracias a la cual hoy tenemos el hospital Severo Ochoa.
HA PARTICIPADO EN TANTAS LUCHAS, REINVINDICACIONES Y ORGANIZACIONES QUE ES UN REFERENTE DE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN LEGANÉS
Junto con muchos vecinos y vecinas pidió la mejora de los servicios de autobús y tren y defendió las necesidades de espacios culturales para la ciudad desde las asociaciones de vecinos. También fue fundadora de la cooperativa del Colegio Pequeño Príncipe. Y posteriormente, organizó junto con más personas el primer centro para la educación permanente de adultos del que luego surgió el CEPAL y posteriormente la Universidad Popular.
María de la Vega es miembro del Proyecto del defensor del menor que reclama medidas de protección a la infancia y ayuda a las familias con hijos menores para que, por ejemplo, puedan tener los libros que quedan fuera de las becas y pagar la cooperativa de los coles. Además, es una de las fundadoras de la librería y espacio cultural La Libre de Barrio y ha tomado un papel muy activo en la Red de Ayuda Mutua que repartió comida y productos de primera necesidad en los momentos más crudos de la pandemia.
María atendía el teléfono desde su casa para recibir peticiones de ayuda pero también escuchaba las historias de las familias que estaban naufragando económica y anímicamente en tiempos de covid. De esta experiencia ha surgido su último poemario: La calle, si naufragas. María es una mujer de convicciones fuertes y amores duraderos. Milita en la empatía desde siempre y tiene además la suerte de ser creativa. Por lo tanto, por cada problema que llega a sus oídos, ella crea una solución o una respuesta colectiva para solucionarlo. Ha participado en tantas luchas, reivindicaciones y organizaciones que es un referente de la participación ciudadana, aunque a ella le pese que lo diga, porque su humildad es casi tan grande como su corazón.
Y aunque sé que tras muchos años de luchas vecinales ahora su cuerpo le pide la paz, paseos por el campo y el calor de su familia, si hay un resquicio de sufrimiento humano que llegue a su conocimiento volverá a tejer respuestas, a cuidar a los más débiles y a luchar como solo una mujer culta, comprometida y perseverante puede hacerlo. Ella y yo sabemos que en un mundo donde están de moda el desapego y la individualidad, lo más revolucionario es ser como María, lo más revolucionario es sentir lo colectivo, mirar por los demás. Gracias mujer tenaz.
